Corría 1975 y, encontrándome actuando en «Abajo Gasalla», vinieron a verme Basurto y Mesa para ofrecerme incluirme en un futuro programa cómico de canal 13 con un elenco estelar: Ana M. Campoy, Marcos Zucker, Calabró, Santiago Bal, Espalter y Almada… y mi compañero de sketch, Osvaldo Terranova.
Me encantaba hacer ese personaje que se presentaba a sí misma como «actriz, cantante y vedette internacional». Era ingenua y pícara al mismo tiempo y, para demostrar sus virtudes, le cantaba al productor «Fiesta brava, fiesta brava… todos saben cómo empieza pero no cómo acaba» que era una canción que aprendí de un disco de pasta que mi padre había traído de Cuba.
A los pocos meses me premiaron como Revelación con un Martín Fierro que se entregó clandestinamente, entrada ya la dictadura, pues la mayoría de los artistas premiados debieron exiliarse: Marilina Ross, Carlos Carella, David Stivel, Luis Politti, Federico Luppi, Bárbara Mugica, Irma Roy o Héctor Alterio.
Fue un honor figurar entre todxs ellxs… sin saber que se iniciaba la etapa más negra, sangrienta y dolorosa de nuestra historia…