1997: Bola de Nieve

Nombre del espectáculo: BOLA DE NIEVE
Fecha de estreno: 1997

REPARTO
Cecilia Rossetto
Carmen Ruiz
Bárbaro Marín
Esther Fellove
Regla M. Cumbá
«Kiko» Céspedes

Músicos:
Piano: Luis Lugo
Percusión: Aguedo Pedroso, Amado Dedeu

Textos: Oscar Balducci, Cecilia Rossetto, Patricia Zangaro
Escenografía y vestuario: Graciela Galán
Coreografía: Doris Petroni, Susana Nova
Iluminación: Ariel del Mastro
Sonido: Carlos Gogni
Dirección Asistente: Edgardo Millán
Música incidental: Sergio Vainikoff
Música y dirección musical: Oscar Cardozo Ocampo
Producción: Gabriel Hochbaum, Fabio Aisenberg

DIRECCIÓN
Cecilia Rossetto

SALA
Teatro Metropolitan 2
Avenida Corrientes 1343
Buenos Aires
Argentina

PROGRAMA

PALABRAS PREVIAS

FOTOGRAFÍAS
Fotografía original de Annemarie Henrich a Ignacio Jacinto Villa Fernández en 1940. En 1997 Annemarie con su hija Alicia Sanguinetti reconstruyen aquella escena incluyendo a Cecilia Rossetto

POSTALES

SELECCIÓN DE ELENCO
Cuba

Junto a Carmen Ruiz, actriz coprotagónica del espectáculo


Aguedo Pedroso, percusionista


Ana Molinet, casting de teatro y films


Casa de Ignacio Villa Fernández, conocido como «Bola de Nieve». Rincón de su retrato y el de su mamá, Inés / El gallo en la religión yoruba es el protector de las cuerdas vocales.


Mural de Antonio Gades en una calle de La Habana

IMÁGENES PARA PRENSA
Fotografías de Oscar Balducci

EN ESCENA
Fotografías de Ana María Ferrari

Llegando a La Habana (Cecilia Rossetto)


Cecilia Rossetto y Bárbaro Marín


Cecilia Rossetto y Carmen Ruiz


Bárbaro Marín y Cecilia Rossetto


Bárbaro Marín y Cecilia Rossetto


Bárbaro Marín y Cecilia Rossetto


Bárbaro Marín y Cecilia Rossetto


Cecilia Rossetto y Bárbaro Marín

DESPUÉS DE LA FUNCIÓN

Edgardo Millán, Kiko, Patricia, Carmen Ruiz, Amado, Regla, Esther, Ana Marín y Bárbaro

NOTAS

Comienzo del espectáculo en el guión que seguí hasta el montaje final.

DESPEDIDA DE CARMEN

Una de las escenas más bellas era la Limpieza, el rito yoruba para quitar los males. Carmencita y Esther, la santera, lo hacían de verdad pues eran practicantes de la religión. Por tanto me limpiaban en una tina con agua y pétalos de flores blancas, además del canto a Babalú y el humo del cigarro.

El valor de esa hojita donde escribí la despedida es poder verla con la puesta. Las palabras fueron las mismas y comprobar en lo que se convirtieron es único.

REALIDAD Y FICCIÓN

Cuando comencé a pensar en Ignacio Villa Fernández, cuando me enamoré de su voz, compré un pasaje a La Habana para buscar las huellas que él, Bola de Nieve, había dejado en su tierra.

Después de visitar su tumba en Guanabacoa, recorrí el lugar donde él solía cantar. Un coqueto cabaret con mucho rojo en su decoración llamado » Monseñor», justo frente al Hotel Nacional. Allí conservan el piano
donde Ignacio tocaba… me senté en su banqueta y pasé un rato largo buscando inspiración.

Estoy convencida de que Bola de Nieve, negro, yoruba y santero, ayudó a iluminarme y poder concretar el bello espectáculo donde, en una de sus escenas, su espíritu se presentaba mientras yo estaba sentada a un
piano… como aquel día caluroso en la isla más grande de las Antillas.

PRENSA
La Nación
29 Mayo 1997

ROSSETTO, TOCADA POR EL SON CUBANO

Nuestra opinión: Muy buena.

“Bola de nieve”, de Oscar Balducci, Cecilia Rossetto y Patricia Zangaro.
Intérpretes: Cecilia Rossetto, Bárbaro Marín, Carmen Ruiz, Esther Fellove, Regla M. Cumbá, Diko Céspedes, Luis Lugo (piano), Aguedo Pedroso (percusión), Amado Dedeu (percusión). Música y dirección general: Oscar Cardozo Ocampo. Escenografía y vestuario: Graciela Galán. Coreografía: Doris Petroni y Susana Nova. Iluminación: Ariel del Mastro. Producción: Gabriel Hochbaum y Fabio Aisenberg. Dirección: Cecilia Rossetto. Duración: 100 minutos. En el Metropolitan.

Volver a disfrutar de los ritmos cubanos es un placer poco frecuente en los escenarios porteños. Por eso, una invitación titular que evoca a Ignacio Villa, conocido artísticamente como Bola de Nieve, se viste con el color y el sonido caribeños y remite al depósito de la memoria para rescatar un timbre de voz o melodías conocidas que aún resuenan en el oído. El diseño dramático que utiliza Cecilia Rossetto para esta propuesta tiene un punto de partida muy claro: presentar a una mujer común, abatida por los sinsabores sentimentales de una vida sin amor, que desea escaparse de su realidad. Para alcanzar ese objetivo, organiza un viaje a Cuba, país al que ve como una llave a la ensoñación, como un acercamiento a un poco de felicidad.

En esta línea se apoya todo el humor, permitiéndole a la actriz lucir su histrionismo y desplegar sus condiciones para la comicidad.

La segunda línea es la evocación sobre todo de las melodías cubanas, con la presentación de músicos nativos de extraordinarias dotes artísticas. De eso da testimonio la interpretación de Luis Lugo al piano, quien delata a través de la técnica una rigurosa formación académica.

El ritmo que surge de las manos y el movimiento acompasado de los cuerpos de los artistas cubanos se vuelcan sobre el escenario al son de la percusión de Aquedo Pedroso y Amado Dedeu. Allí están Carmen Ruiz, Esther Fellove y Regla M. Cumbá, con sus bailes y sus voces, a las que se suma Rossetto para demostrar su potentes condiciones canoras.

Pero en el desarrollo de las escenas, estas dos líneas no llegan a conjugarse en una sola. Se van sumando situaciones, con la actuación de Bárbaro Marín, hasta llegar al homenaje a Bola de Nieve y se olvida, dentro del esquema, del drama de esta mujer que después de haber encontrado lo más parecido a la felicidad, debe volver a su agobiante rutina porteña.

Se pierde un poco el humor, pero se ganan los compases de las rumbas, las congas y los mambos y ese acento tan particular para decir las canciones de Silvio Rodríguez, los versos de Nicolás Guillén, definiéndose estas instancias como el atractivo más fuerte del espectáculo, desplegado en una sobria y efectiva escenografía y enriquecido por un eficiente diseño lumínico.

A esto, se suma “eso otro” tan difícil de definir, que flota en el aire, que brilla en los ojos, que invade el cuerpo y que se reconoce en la piel cuando la sangre (de los espectadores), contagiada de sonido y color, empieza a palpitar al son de los timbales.

HORACIO ALTUNA

PREMIOS

PREMIO ACE
Organizada por la Asociación de Cronistas del Espectáculo
Mejor Actriz de Musical
1997

PREMIO ACE
Organizada por la Asociación de Cronistas del Espectáculo
Mejor Actriz de Musical
1997

¡PRIMICIA!
COMPARTO POR PRIMERA VEZ UNO DE SUS BAILES. “EL GUAGUANCÓ“ POR CARMEN RUIZ.

En el año 1989 fui a participar con un espectáculo mío en el Teatro Carlos Marx de Cuba. Era un Congreso de Humorismo dirigido por Virulo. De Argentina viajamos Fontanarrosa, Leo Masliah, Chernikoff y yo, cada cual con sus talentos. Tuvimos oportunidad entonces de ver a los artistas cubanos en acción. Allí conocí a Carmen Ruiz bailando un guaguancó vestida de hombre y me fascinó su gracia y sus dotes para la comicidad. Nos hicimos amigas y le dije «alguna vez crearé un espectáculo contigo»… Y así lo hice.

He sido muy celosa para mostrar partes de mis puestas escénicas pero creo que es tiempo de desempolvar estos secretos «amarrados en mi corazón».
¡A disfrutar!

Una santera, una cocinera negra, me dijo:
«SI HAS GOZADO COMO LOS POBRES QUE TOMAN LO QUE PUEDEN Y LO DISFRUTAN, ES POSIBLE QUE VUELVAS A ENAMORARTE.»