1986: Concherto Due

Nombre del espectáculo: CONCHERTO II
Fecha de estreno: 18 Enero 1986

REPARTO
Cecilia Rossetto

Cantantes:
Irene Guiser
Susana Lucini
Edith Schejtman

Piano:
Emilio Solla

COLABORADORES
Textos y letras: Oscar Balducci
Música: Pablo Ziegler
Arreglos: Oscar Cardozo Ocampo
Supervisor actoral: Paco Fernández de Rosa
Vestuario: Adriana San Román
Iluminación: Susana Torres Molina-Balducci
Coreografía: Ricky Pashkus
Sonido: Iván Díaz
Operador de sonido: Juan Carlos Varela
Operador de luces: Gastón Díaz
Maquinista: Tony Galeano
Fotografía: Balducci
Gráfica publicitaria: Oscar Smoje
Administrador de Cía: Héctor Decio Rossetto
Asesoría Legal: Eugenio Tchelakow
Efectos especiales: Trentuno
Asistente de dirección: Edgardo Millán
Asesoría de la Dirección: Susana Torres Molina
Puesta en escena y dirección general: Cecilia Rossetto

SALA
Teatro Bambalinas
Chacabuco 947

 

FOTO PARA PRENSA

Fotografía: Oscar Balducci

 

EN ESCENA

Presentación

 

LAS TURISTAS

Susana Lucini e Irene Guiser

 

Susana Lucini, Irene Guiser, Edith Schejtman

 

PRENSA
Clarín
18 Diciembre 1985

 

Diario La Razón
20 Enero 1986

 

En Concherto II,  un espectáculo musical y humorístico con mucho ritmo

La Rossetto, dinamita en escena

Con mucho de aquel Concherto del año pasado en el Regina, Cecilia Rossetto hace estallar en el Bambalinas su Concherto II con ritmo, gracia y desparpajo, buenas voces y una catarata de humor.

Desde el vamos, cuando aparece en el vano de una puerta, con una aparición fantasmal, envuelta en humo, azotada por el viento, la carga personal del intérprete domina el espectáculo. Sin embargo, y con muy buen tino, no dejo de lado la posibilidad de aprovechar las dotes de su muy idóneo terceto canoro acompañante: las intervenciones sobre todo de Irene Guiser y Susana Lucini, son todo un acierto y no desmerecen en absoluto dentro del cuadro de colorido delirio general.

La Rossetto se autoironiza con aquello de «soy una mina de café-concert». No se pretende maravillosa -aunque lo sea- ni dueña del arte teatral. Pero en lo suyo, en lo que reivindica como suyo, demuestra que muy pocas artistas se le pueden comparar.

El libro se nutre de referencias a hechos y personajes de actualidad, apuntes agudos que el público festeja a carcajadas limpia. Con una envidiable ductilidad, Cecilia Rossetto se mete en la piel de diferentes personajes, a los que saca el máximo provecho, ayudada por un lenguaje corporal caricaturesco -su físico lo permite, desmañada y torpe cuando ella quiere, elegante o sofisticada un minuto después- puede ser una rockera manejadora hábil de todo el vocabulario «de onda»: la vendedora canyengue y cursi de libros que se pierde en una desopilante imitación de Nina Hagen o en la evocación absurda de una venta de yerba mate en un festival de rock; la hija de una madre itálica, absorbente y chillona, como para darle con una hacha reidera a todos los clisés sobre la sobreprotección maternal peninsular; la dueña de casa «moderna» tironeada por los múltiples deberes de madre, esposa y mujer que quiere conservar la línea, gimnasia mediante, todo al mismo tiempo, batallando con los hijos que le hacen pis en las plantas que ella ama, o le roban -como rehén en un juego a lo piel roja- el pollo de la heladera, sin dejar por eso de sostener una conversación telefónica con su progenitora -italiana ésta, también-, a la que narra sus cuitas y a la cual, a la postre, debe también proteger.

Corriendo con una Olivia desatada por el escenario, entonando melodías cálidas como una Pin-up, la Rossetto parece inagotable. Contribuyen a la diversión y al alto nivel de show la buena música, casi siempre pegadiza o de ritmo muy marcado, una iluminación imaginativa, un vestuario que se suma armonía de colores y belleza de diseño.

Mario E. Ceretti

Clarín
21 Enero 1986

LA ROSSETTO BUSCA LA GLORIA SIN PENA