2011: Noche de tango en Montjuic

La Nación
26 Julio 2011

NOCHE DE TANGO EN MONTJUIC

BARCELONA.- Un extraño puente parece unir Buenos Aires con Barcelona (o viceversa, como quiera usted). A principios de los ochenta, mamando de la tradición de los grupos de teatros callejeros locales y con esa forma tan natural que tiene esta ciudad de tutearse con las vanguardias artísticas, nació el grupo La Fura dels Baus; el colectivo teatral que abrió la temporada del Teatro Colón este año y que volverá en pocos días a Buenos Aires. La primera gira internacional que hizo el grupo fue a la ciudad de Córdoba, en 1984. Parte de su legado en nuestras tierras pulula en algunos trabajos de Tecnópolis.

A principios del siglo pasado, el Barça todavía no era ese megaemprendimiento deportivo y empresarial que es hoy. En la década del 20, no jugaba Messi y no había ninguna cantante latina conocidísima pululando entre sus muchachos devenidos en modelos de marcas de diseño. A lo sumo había un señor que cantaba, dicen, como ninguno: Carlos Gardel (otro que, con los años, se convirtió él mismo en una marca registrada). El morocho del Abasto vino varias veces a Barcelona (tres, para más datos). Aquí, se hizo muy amigo de Josep Samitier Vilalta, algo así como el Messi del Barcelona entre los años 1919 y 1922. Los había presentado un empresario teatral. Gardel parece que aquí la pasó bárbaro. De hecho, al igual que García Lorca en el porteño Hotel Castelar, hay una habitación del Hotel Oriente que recuerda el paso del Zorzal. En agosto de 1928, el ya campeón Barcelona hizo su primera gira transatlántica. ¿Destino? Como La Fura dels Baus, la Argentina. ¿Anfitrión de lujo? El mismo Gardel, que les enseñó las bondades de la noche porteña. El Barça sólo ganó un partido de los seis que disputó, pero eso parece que no importó demasiado.

De buenas a primeras, da la impresión que esas líneas de cruces se activan en el público que termina ovacionando a los artistas del espectáculo Nit de Tango , que se acaba de presentar en un magnífico auditorio al aire libre para 2000 personas (lleno total), ubicado en pleno corazón del Montjuic. Así es que los delicados hilos que unen a la cultura catalana, tan expansiva ella, y la rioplatense, atravesada por cierta melancolía constitutiva, se reactivaron el mismo día que Uruguay volvió a ser campeón de América y que la voz de Amy Winehouse suena desde adentro de los parlantes internos que llevamos a todas partes sin necesidad de medios electrónicos.

Con este show presentado por el Festival Grec, se cerró el Festival de Tango en Barcelona organizado por el gobierno porteño y que incluyó varias acciones en lugares emblemáticos de una ciudad, de por sí, emblemática. Una de esas acciones fue la presentación del libro Barcelona, la tercera patria del tango, en el cual, tangencialmente, se narra el extraño entramado de noches en las que el tango, el alcohol, las gambetas y los artistas de variedades de la época volvieron a firmar un pacto de convivencia.

Cecilia Rossetto sabe de estas tierras y de esos mundos de confluencia. De hecho, vivió aquí varios años, viene Paco Ibáñez a saludarla y sencillamente es la figura central de este espectáculo. El quinteto de Erica di Salvo, el maestro Daniel Binelli, el guitarrista César Angeleri (dos «grosos») y las siete estupendas parejas de tango acaban de instalar la magia en este despliegue escénico que cuenta con puesta de Nélida Rodríguez y que, en términos coreográficos, la danza contemporánea vuelve a brindar un rico oxígeno a la tradición más pura. Hasta la marca de lo clásico aparece agazapada en leves movimientos, como síntesis de una expresión que sabe nutrirse de otras vertientes.

Y como Nit de tango termina en aplausos, hay clima de alegría mientras el público va bajando las escaleras de este cerro en el cual la magia de Gaudí, la de Joan Miró y la del fútbol comparten el metraje de este Montjuic que supo ser además prisión política durante el franquismo.

Entre las personas que se pasean por el jardín (lugar muy cool con vista privilegiada) está Ricardo Szwarcer, el director de este encuentro que concluye el domingo próximo y en el cual el teatro del mundo, la danza y la música comparten protagonismo. Szwarcer es argentino y esta edición del Festival Grec será la última que esté a su cargo. En cierto sentido, lo que acabamos de ver podrá interpretarse como su despedida, como su homenaje a ese puente entre una cultura y otra del cual también él se ha convertido en un eslabón importante.

Así parece ser que los mundos evocados de un lado y del otro del Atlántico se mezclan, se potencian y se confunden. En este marco, Rossetto canta «Mano a mano» en catalán o el actor español Mario Gras evoca a la construcción mítica que Borges trazó de Palermo. Y todo fluye: la noche, el Montjuic, el tango, las referencias a Messi, las preguntas sobre los lugares comunes, las piruetas, el bandoneón de Binelli y el más puro asombro en una ciudad que aporta su escenografía única.

Por: Alejandro Cruz