¡Lo recibí abrazada a una abuela de 99 años!
La mamá del Negro Millán tiene la mirada libre y serena.
Casi un siglo de vida es el triunfo sobre toda clase de vicisitudes, decepciones y pruebas.
Poca gente domina el arte de saber envejecer y, ciertamente, «no es lugar para cobardes», como diría Betty Davis…
…¡SALÚD, ABUELA MILLÁN!