ELLAS Y ELLOS SON NUESTRO ORGULLO
El Equipo Argentino de Antropología Forense se formó en 1984 con el fin de investigar los casos de desaparecidos en Argentina durante la última dictadura militar.
Y trajo luz a nuestras vidas.
Recuerdo cuando me citaron en su oficina del Once hace más de veinte años y que, por temor a las noticias, le pedí a Diana Kordon que me acompañara, ella era mi terapeuta y asistía desde siempre a hijos y familiares de desaparecidos.
Las noticias fueron bellas y novedosas acerca de Hugo Federico González quien llevaba desaparecido desde otros veinte años antes y con quien yo me había casado cuando éramos muy jovencitos.
Maco Somigliana, hijo del gran dramaturgo e integrante del Equipo, me contó todo lo que habían investigado: los sitios dónde había estado detenido clandestinamente hasta terminar alojado en Puente 12, un campo de concentración cercano a la Av. Ricchieri.
Hugo había sido muy «visible», me dijo, y que los sobrevivientes contaron mucho acerca de él. Que era, de algún modo, el líder en ese encierro y lograba que los guardiacárceles les acercaran leche y abrigo a las embarazadas, que cantaba a voz en cuello cuando llevaban a alguien a la sala de torturas para darles ánimos, que cantó para todes el fin de año del 76 y que luego fue «trasladado» con otros compañeros.
Eran las primeras noticias que recibíamos después de casi dos décadas de oscuridad… pero el Equipo no se quedó en ello. Me relacionaron con la persona que más había compartido el cautiverio con él y que había sobrevivido. Era Cristina Comandé.
Ella iluminó nuestra vida con cantidad de momentos vividos en esas catacumbas del horror y lo que podría ser angustiante se transformó en belleza y valentía.
«¿Para qué querría yo sus huesos? Esquirlas de una vida. Los había buscado, los había esperado. Los quería.» escribe Marta Dillon en su impresionante libro «Aparecida» en el que relata la búsqueda del cuerpo de su mamá desaparecida y su hallazgo más tarde.
Cada palabra y cada imagen del libro tienen tanta poesía en medio del sufrimiento que resulta imposible pensar en algo más perfecto.
También yo me he preguntado muchas veces para qué querria sus huesos… pero los quiero.
Su mamá, mi suegra Yolanda Castresana, solía en medio de su desesperación susurrar los versos de Miguel Hernández:
«QUIERO MINAR LA TIERRA HASTA ENCONTRARTE
Y BESARTE LA NOBLE CALAVERA
Y DESAMORDAZARTE Y REGRESARTE.»
El EAAF trabajó en Angola, Bolivia, Bosnia, Brasil, Croacia, Colombia, Congo, El Salvador, Etiopía, Polinesia, Guatemala, Haití, Indonesia, Kurdistán, Kosovo, México, Malvinas Argentinas, Filipinas, Rumania, Sierra Leona, Venezuela, Zimbabwe… entre otros países.
Si tenés un familiar víctima de desaparición forzada entre 1974 y 1983, comunicate con el EAAF. Con una simple toma de sangre se podría identificarlo.
0800-333-2334
Portada del libro de la periodista Marta Dillon, con la foto de su mamá la abogada Marta Taboada, también detenida desaparecida en Puente 12.